domingo, 11 de julio de 2010

El ojo que atestigua

El 01/07/10, haciéndonos eco de una noticia que circulaba en la prensa local anunciando la próxima instalación de dos centenas de cámaras de seguridad para monitorear la vía pública de San Miguel de Tucumán y Yerba Buena, publicamos en este blog un artículo sobre el repentino boom nacional de la videovigilancia, destacando que es un lucrativo negocio efectuado discrecionalmente con dinero público y señalando que su efectividad es bastante dudosa. Hoy, 11/07/10, el diario de mayor tirada del país, es decir Clarín, le dedica un generoso espacio de su sección “Policiales” al asunto.
El texto redactado por el periodista Héctor Gambini toma por eje las mismas dos cuestiones que nosotros habíamos tomado por eje: ¿quién se queda con el negocio de las cámaras? y ¿sirven ellas verdaderamente para disminuir el delito? Las conclusiones a las que arriba son idénticas a las nuestras: al negocio se lo quedan los amigos del actual poder, y –por más que se diga que las cámaras de seguridad “disuaden [a los criminales] y previenen [el crimen]”– los delitos siguen sucediendo casi en un número igual al que existía antes de que el sistema de videovigilancia entre en funcionamiento.
En Clarín citan un ejemplo europeo: Londres, la ciudad más televigilada del mundo, sigue teniendo una tasa lamentablemente elevada de criminalidad. Y junto a esa información recurren a la opinión de dos expertos en el área de seguridad y criminología (Carlos Beraldi, un profesor de la UBA, y Lucía Dammert, una investigadora de FLACSO) que sostienen lo mismo que nosotros: sin un plan de seguridad integral bien diseñado, sin un trabajo serio entre las fuerzas del orden, las cámaras terminan siendo juguetes al servicio del gobierno de turno y no verdaderos instrumentos del Estado para garantizar la paz ciudadana, se convierten en ojos que atestiguan en lugar de ser ojos que vigilen.

pulso.tucuman@gmail.com

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