Villa Carmela
Mientras que, gracias a la proliferación de la obra pública, el municipio de Yerba Buena vive una “revolución” (según la pretenciosa expresión del gobernador Alperovich), la comuna de Villa Carmela parece muy alejada de ese tipo de proceso.
Si le tuviéramos que creer al blog oficialista “Construyendo mi ciudad”, entonces pensaríamos en Villa Carmela como un pueblo encaminado hacia el crecimiento sostenido. Sin embargo al recorrer la localidad salta a la vista lo evidente: es urbanización lo que le hace falta a Villa Carmela.
El alumbrado público, por ejemplo, tiene la costumbre de funcionar durante el día, y de apagarse durante las noches –sospechamos que tal vez es para compensar el gasto.
Las calles pavimentadas son pocas en comparación a las que aún esperan ese beneficio, pero, quizás para que las de tierra no se sientan celosas de sus primas asfaltadas, mucho del pavimento actualmente existente en la localidad necesita de refacciones urgentes: para citar sólo un caso podríamos recordar que los caminos que transitan los colectivos de la línea 106, debido justamente a la circulación (aunque no muy constante) de vehículos pesados, se hallan en pésimas condiciones dada la enorme cantidad de baches y grietas que presentan.
Otro drama frente al que los vecinos de Villa Carmela deben sobrevivir año a año tiene al agua como protagonista. Por un lado está el problema de que cada vez que llueve, el agua que baja por las arterias del barrio Los Sauces convierte a las calles en pequeños arroyos, dejándolas después en un estado de triste deterioro. Y por el otro lado es común la tragedia de la escasez de agua, suceso que afecta profundamente la vida de los vecinos, especialmente durante los calurosos e interminables días de verano en el pedemonte tucumano (y que hace que la empresa responsable por brindar el servicio, es decir la naufragada SAT, invente excusas ridículas como el “vandalismo” para justificar su deficiente prestación).
La inseguridad es también un grave flagelo. En la última década Villa Carmela ha crecido considerablemente en su aspecto demográfico. Consiguientemente nuevas barriadas se incorporan al núcleo urbano, pero el único destacamento policial encargado de proteger a los ciudadanos sigue siendo la comisaría de San José. Muchos vecinos han exigido la apertura de, al menos, una nueva comisaría (pero, claro, una que en lo posible no sea motivo de vergüenza, como lo es la infame comisaría de El Manantial).
Y el asunto de la higiene es la otra herida abierta en Villa Carmela. La recolección de basura es insuficiente, lo que hace que las microbasurales se multipliquen, emergiendo especialmente en los terrenos baldíos. A ello hay que sumarle el hecho de que, debido a la falta de cloacas, muchos vecinos optan por descargar los desagües de sus hogares en la vía pública con el propósito de que no se les llenen los pozos sépticos.
Es probable que alguien –fundamentalmente alguien partidario de Fabián Assan, el actual Delegado Comunal de la localidad– arguya que los principales culpables del calamitoso estado de Villa Carmela son los vecinos. El hecho es que a Villa Carmela le falta identidad: muchos vecindarios se identifican, simplemente, con el número de casas, y son incontables las calles que no están señalizadas. Esto hace que, lógicamente, el vecino de la localidad vea al lugar en el que vive no como un verdadero barrio, sino simplemente como una sumatoria de terrenos yuxtapuestos. De ese modo son pocos quienes se generan la idea de pertenencia, de arraigo a un terruño, lo que hace que el propio vecino de Villa Carmela se avergüence de vivir allí, y se desinterese por el pasado, el presente y el futuro de su comunidad.
Si le tuviéramos que creer al blog oficialista “Construyendo mi ciudad”, entonces pensaríamos en Villa Carmela como un pueblo encaminado hacia el crecimiento sostenido. Sin embargo al recorrer la localidad salta a la vista lo evidente: es urbanización lo que le hace falta a Villa Carmela.
El alumbrado público, por ejemplo, tiene la costumbre de funcionar durante el día, y de apagarse durante las noches –sospechamos que tal vez es para compensar el gasto.
Las calles pavimentadas son pocas en comparación a las que aún esperan ese beneficio, pero, quizás para que las de tierra no se sientan celosas de sus primas asfaltadas, mucho del pavimento actualmente existente en la localidad necesita de refacciones urgentes: para citar sólo un caso podríamos recordar que los caminos que transitan los colectivos de la línea 106, debido justamente a la circulación (aunque no muy constante) de vehículos pesados, se hallan en pésimas condiciones dada la enorme cantidad de baches y grietas que presentan.
Otro drama frente al que los vecinos de Villa Carmela deben sobrevivir año a año tiene al agua como protagonista. Por un lado está el problema de que cada vez que llueve, el agua que baja por las arterias del barrio Los Sauces convierte a las calles en pequeños arroyos, dejándolas después en un estado de triste deterioro. Y por el otro lado es común la tragedia de la escasez de agua, suceso que afecta profundamente la vida de los vecinos, especialmente durante los calurosos e interminables días de verano en el pedemonte tucumano (y que hace que la empresa responsable por brindar el servicio, es decir la naufragada SAT, invente excusas ridículas como el “vandalismo” para justificar su deficiente prestación).
La inseguridad es también un grave flagelo. En la última década Villa Carmela ha crecido considerablemente en su aspecto demográfico. Consiguientemente nuevas barriadas se incorporan al núcleo urbano, pero el único destacamento policial encargado de proteger a los ciudadanos sigue siendo la comisaría de San José. Muchos vecinos han exigido la apertura de, al menos, una nueva comisaría (pero, claro, una que en lo posible no sea motivo de vergüenza, como lo es la infame comisaría de El Manantial).
Y el asunto de la higiene es la otra herida abierta en Villa Carmela. La recolección de basura es insuficiente, lo que hace que las microbasurales se multipliquen, emergiendo especialmente en los terrenos baldíos. A ello hay que sumarle el hecho de que, debido a la falta de cloacas, muchos vecinos optan por descargar los desagües de sus hogares en la vía pública con el propósito de que no se les llenen los pozos sépticos.
Es probable que alguien –fundamentalmente alguien partidario de Fabián Assan, el actual Delegado Comunal de la localidad– arguya que los principales culpables del calamitoso estado de Villa Carmela son los vecinos. El hecho es que a Villa Carmela le falta identidad: muchos vecindarios se identifican, simplemente, con el número de casas, y son incontables las calles que no están señalizadas. Esto hace que, lógicamente, el vecino de la localidad vea al lugar en el que vive no como un verdadero barrio, sino simplemente como una sumatoria de terrenos yuxtapuestos. De ese modo son pocos quienes se generan la idea de pertenencia, de arraigo a un terruño, lo que hace que el propio vecino de Villa Carmela se avergüence de vivir allí, y se desinterese por el pasado, el presente y el futuro de su comunidad.
pulso.tucuman@gmail.com
EL TAL ASSAN ES UN TREMENDO CHANTA HIJO DE SU MADRE QUE SOLO MUEBE A LOS SUYOS CUANDO HAY QUE JUNTAR VOTOS
ResponderEliminargracias gente por publicar este articulo, totalmente cierto.yo vivo por aqui, y es asi.......assan , bien gracias......un incompetente mas.mini sucursal del feudalato de jose.
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