El triunfo de la FOTIA
La cosecha de caña de azúcar es el principal motor de la agronomía tucumana. En la pirámide productiva de la caña se ubican los industriales (los dueños de los 15 ingenios provinciales) en la pequeña punta, mientras que los obreros (los trabajadores que son contratados en épocas de zafra y que luego quedan desocupados en lo que resta del año) constituyen la amplia base. En el medio, al lado de los empleados que hacen tareas administrativas y de los que hacen reparaciones en los ingenios, están los cañeros independientes, que son los pequeños y medianos productores que producen cerca del 80% de la caña provincial. Estos últimos son los que logran introducir equilibrio y equidad en el mundo laboral agrícola. La ausencia de pymes rurales transformaría al campo tucumano en una masa de obreros explotados directamente por un reducido grupo de industriales; sin los numerosos cañeros independientes que poseen unas cuantas hectáreas de tierra productiva en Tucumán, los ingenios serían los dueños absolutos del negocio, y sus acciones serían mucho más arbitrarias y abusivas de lo que actualmente son.
Recientemente el CART (la cámara empresarial que representanta a los industriales) selló un acuerdo con FOTIA (el gremio que reúne a los obreros rurales). El convenio es una muy buena oferta para los obreros, que desde hace años vienen trabajando por sueldos que no son lo suficientemente óptimos para el tipo de labor que realizan. Puntualmente, a partir del 1º de mayo del corriente año, se les otorga a los peones rurales en la categoría más baja un aumento salarial de casi un 40% y se les reduce el porcentaje de su sueldo pagado en negro.
Obreros de ingenios y obreros de surcos
El convenio que consiguió FOTIA con las patronales rige para la contratación de todos los obreros rurales de la provincia. El problema es que no todos los obreros rurales son iguales. Desde hace tiempo que en Tucumán se los categoriza dentro de dos grupos: los obreros de ingenio y los obreros de surcos. Básicamente la diferencia es que los primeros son contratados para trabajar en los latifundios de los ingenios, mientras que los segundos son los que colaboran en la cosecha de los minifundios de los cañeros.
Dentro de la estructura organizativa de FOTIA, los obreros de ingenio suelen ocupar los puestos estratégicos del sindicato, lo que les da mayor poder de decisión. El motivo de esta hegemonía se debe a que las elecciones para renovar autoridades se suelen realizar en épocas de verano (momento en que la mayoría de los obreros del surco migran para trabajar temporariamente en otras provincias), y a que, por lo general, los obreros de surco tratan cara a cara con sus patrones, por lo que sus arreglos no exigen siempre de decisiones sindicales colectivas, provocándoles así un menor interés por la actividad gremial.
Últimamente han habido conflictos entre ambos grupos de trabajadores dentro de FOTIA. El motivo es que algunos sindicatos de obreros de surco (como el de Monte Redondo) arreglan salarios diferentes a los que el liderazgo de FOTIA negocia con la patronal: aceptan así trabajar por una cifra un tanto menor a la que cobran los obreros de ingenio. Esto no es traición sino necesidad, ya que los cañeros independientes no manejan los mismos presupuestos que manejan los industriales, y por tanto pagar los mismos sueldos es muchísimo más costoso. Por ello, pese a las críticas, los obreros de surco aceptan hacer una concesión para no detener la producción y mantener activa sus fuentes de trabajo.
Las consecuencias del alcohol
El año pasado dijimos en este blog que los cañeros independientes de Tucumán estaban en lucha para conseguir establecer una maquila para el bioetanol. Finalmente lo lograron, y ello explica este acuerdo entre CART y FOTIA –entre la patronal y los obreros– en el que los últimos consiguieron mucho más de lo que esperaban. ¿Generosidad súbita de los industriales? Difícilmente. Oficialmente se dice que la mejora de los precios internacionales del azúcar le da un sólido argumento a FOTIA para que CART no pueda resistir el aumento salarial, pero hay otro motivo más importante detrás: poner en jaque a los pequeños y medianos cañeros.
Sergio Fara, la máxima autoridad actual de la Unión de Cañeros Independientes (UCIT), lo dijo: todo se trata de “un acuerdo caprichoso de dos industriales”. Estos dos industriales no son otros más que Julio Colombres y Jorge Rocchia Ferro, quienes –respectivamente– son los que manejan los destinos de los ingenios Santa Bárbara y La Florida. A estos ingenios, y por tanto a estos industriales, están asociadas las empresas Compañía de Bioenergía de La Florida SA y Energías Ecológicas de Tucumán SA, que se caracterizan por ser dos de las pocas fabricantes locales de biocombustibles.
Tomando en cuenta esta información, ya no es difícil poner todas las fichas en su lugar. El verdadero motivo por el que Colombres y Rocchia Ferro arreglaron con FOTIA es la guerra que libran contra los cañeros independientes (otros industriales provinciales –principalmente los que aún no tienen estructuras para producir bioetanol– se opusieron al convenio, y las patronales de los ingenios salteños y jujeños repudiaron el asunto, pues allá semejante movida les parece extraña ya que, prácticamente, no existen los pequeños y medianos empresarios rurales). Al comprar a FOTIA, los industriales complican la situación de los pequeños y medianos cañeros. Buscan –como ya hemos dicho en repetidas oportunidades– debilitar su sector, quitarle rentabilidad a su actividad, y avanzar sobre sus terrenos para apropiárselos con el fin de tecnificarlos al extremo para que produzcan mayores cantidades de caña y, por ende, mayores cantidades de bioetanol.
La cosecha de caña de azúcar es el principal motor de la agronomía tucumana. En la pirámide productiva de la caña se ubican los industriales (los dueños de los 15 ingenios provinciales) en la pequeña punta, mientras que los obreros (los trabajadores que son contratados en épocas de zafra y que luego quedan desocupados en lo que resta del año) constituyen la amplia base. En el medio, al lado de los empleados que hacen tareas administrativas y de los que hacen reparaciones en los ingenios, están los cañeros independientes, que son los pequeños y medianos productores que producen cerca del 80% de la caña provincial. Estos últimos son los que logran introducir equilibrio y equidad en el mundo laboral agrícola. La ausencia de pymes rurales transformaría al campo tucumano en una masa de obreros explotados directamente por un reducido grupo de industriales; sin los numerosos cañeros independientes que poseen unas cuantas hectáreas de tierra productiva en Tucumán, los ingenios serían los dueños absolutos del negocio, y sus acciones serían mucho más arbitrarias y abusivas de lo que actualmente son.
Recientemente el CART (la cámara empresarial que representanta a los industriales) selló un acuerdo con FOTIA (el gremio que reúne a los obreros rurales). El convenio es una muy buena oferta para los obreros, que desde hace años vienen trabajando por sueldos que no son lo suficientemente óptimos para el tipo de labor que realizan. Puntualmente, a partir del 1º de mayo del corriente año, se les otorga a los peones rurales en la categoría más baja un aumento salarial de casi un 40% y se les reduce el porcentaje de su sueldo pagado en negro.
Obreros de ingenios y obreros de surcos
El convenio que consiguió FOTIA con las patronales rige para la contratación de todos los obreros rurales de la provincia. El problema es que no todos los obreros rurales son iguales. Desde hace tiempo que en Tucumán se los categoriza dentro de dos grupos: los obreros de ingenio y los obreros de surcos. Básicamente la diferencia es que los primeros son contratados para trabajar en los latifundios de los ingenios, mientras que los segundos son los que colaboran en la cosecha de los minifundios de los cañeros.
Dentro de la estructura organizativa de FOTIA, los obreros de ingenio suelen ocupar los puestos estratégicos del sindicato, lo que les da mayor poder de decisión. El motivo de esta hegemonía se debe a que las elecciones para renovar autoridades se suelen realizar en épocas de verano (momento en que la mayoría de los obreros del surco migran para trabajar temporariamente en otras provincias), y a que, por lo general, los obreros de surco tratan cara a cara con sus patrones, por lo que sus arreglos no exigen siempre de decisiones sindicales colectivas, provocándoles así un menor interés por la actividad gremial.
Últimamente han habido conflictos entre ambos grupos de trabajadores dentro de FOTIA. El motivo es que algunos sindicatos de obreros de surco (como el de Monte Redondo) arreglan salarios diferentes a los que el liderazgo de FOTIA negocia con la patronal: aceptan así trabajar por una cifra un tanto menor a la que cobran los obreros de ingenio. Esto no es traición sino necesidad, ya que los cañeros independientes no manejan los mismos presupuestos que manejan los industriales, y por tanto pagar los mismos sueldos es muchísimo más costoso. Por ello, pese a las críticas, los obreros de surco aceptan hacer una concesión para no detener la producción y mantener activa sus fuentes de trabajo.
Las consecuencias del alcohol
El año pasado dijimos en este blog que los cañeros independientes de Tucumán estaban en lucha para conseguir establecer una maquila para el bioetanol. Finalmente lo lograron, y ello explica este acuerdo entre CART y FOTIA –entre la patronal y los obreros– en el que los últimos consiguieron mucho más de lo que esperaban. ¿Generosidad súbita de los industriales? Difícilmente. Oficialmente se dice que la mejora de los precios internacionales del azúcar le da un sólido argumento a FOTIA para que CART no pueda resistir el aumento salarial, pero hay otro motivo más importante detrás: poner en jaque a los pequeños y medianos cañeros.
Sergio Fara, la máxima autoridad actual de la Unión de Cañeros Independientes (UCIT), lo dijo: todo se trata de “un acuerdo caprichoso de dos industriales”. Estos dos industriales no son otros más que Julio Colombres y Jorge Rocchia Ferro, quienes –respectivamente– son los que manejan los destinos de los ingenios Santa Bárbara y La Florida. A estos ingenios, y por tanto a estos industriales, están asociadas las empresas Compañía de Bioenergía de La Florida SA y Energías Ecológicas de Tucumán SA, que se caracterizan por ser dos de las pocas fabricantes locales de biocombustibles.
Tomando en cuenta esta información, ya no es difícil poner todas las fichas en su lugar. El verdadero motivo por el que Colombres y Rocchia Ferro arreglaron con FOTIA es la guerra que libran contra los cañeros independientes (otros industriales provinciales –principalmente los que aún no tienen estructuras para producir bioetanol– se opusieron al convenio, y las patronales de los ingenios salteños y jujeños repudiaron el asunto, pues allá semejante movida les parece extraña ya que, prácticamente, no existen los pequeños y medianos empresarios rurales). Al comprar a FOTIA, los industriales complican la situación de los pequeños y medianos cañeros. Buscan –como ya hemos dicho en repetidas oportunidades– debilitar su sector, quitarle rentabilidad a su actividad, y avanzar sobre sus terrenos para apropiárselos con el fin de tecnificarlos al extremo para que produzcan mayores cantidades de caña y, por ende, mayores cantidades de bioetanol.
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