Una gran M castiga a Tucumán en estos días. Es una M que, parsimoniosamente, desplaza a la S de la palabra “suerte” en medio del mal de la mediocridad y de la malicia de las mineras.
El monólogo infame
Jared Diamond, en su crítica a la minería (Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Random House, Barcelona, 2006, p. 373), anota: “La industria minera del metal constituye un ejemplo excelente de cómo un negocio que promueve sus propios intereses a corto plazo por encima de los del público revela ser a largo plazo contraproducente y conduce el sector a la extinción.” Lo que quiere transmitir es la idea de que los mercaderes más viles pueden seducirnos con oro, pero de nada sirve ese oro si lo que se viene a comprar no son bienes o servicios, sino la vida de las personas.
El monólogo infame
Jared Diamond, en su crítica a la minería (Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Random House, Barcelona, 2006, p. 373), anota: “La industria minera del metal constituye un ejemplo excelente de cómo un negocio que promueve sus propios intereses a corto plazo por encima de los del público revela ser a largo plazo contraproducente y conduce el sector a la extinción.” Lo que quiere transmitir es la idea de que los mercaderes más viles pueden seducirnos con oro, pero de nada sirve ese oro si lo que se viene a comprar no son bienes o servicios, sino la vida de las personas.